Por Wendy Carrasco
Vivimos en un mundo donde las competencias en de las diferentes áreas del saber, son cada vez más indispensables al momento de optar por posiciones en las que deberás poner a prueba esos conocimientos, sumado a las continuas capacitaciones, lo que te va convirtiendo en un individuo «intelectual», forjado de experiencias para afrontar el quehacer diario de un docente o técnico docente de Educación.
Lev Semyonovich Vygotski, precursor de la neuropsicologÃa soviética, asume las competencias como acciones situadas, en las cuales intervienen aspectos como el aprendizaje y el contexto, donde la cultura juega un papel importante.
Cuando somos parte de uno de los procesos más importantes de la sociedad, y creamos conciencia de los roles que jugamos en cada una de las intervenciones y acciones que se desarrollan en los centros educativos, para lograr los objetivos y metas propuestas a corto, largo y mediano plazo, a nivel institucional, nacional y como prioridad Estatal, cabe realizar ciertas interrogantes.
¿Cuál ha sido el punto de partida, para crear y orientar el perfil de un docente dominicano? ¿Se han aplicado instrumentos de evaluación con criterios reales para conocer cuál es la percepción de la comunidad educativa, en torno al perfil docente actual? ¿Va de la mano con el desarrollo y la necesidad de la sociedad dominicana? ¿A dónde queremos llegar, partiendo de nuestra realidad, y una cultura alimentada por el extranjerismo?
Sobre las «brechas y lagunas» en el proceso de enseñanza-aprendizaje que aún, pese a muchos esfuerzos, se mantienen vivas en nuestras aulas, ¿Qué podemos decir?
¿Dónde estamos fallando, si cada dÃa somos profesionales de la educación más y más capacitados, conocedores de las competencias Fundamentales y EspecÃficas de la Educación?
Como reza la frase de la educadora y médica italiana, MarÃa Montessori: «La primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejarla libre para que se desarrolle».
Los maestros se deben capacitar, de acuerdo a la necesidad de la sociedad. Y nuestra sociedad carece de necesidades formativas del seno familiar. No hay ser humano más temible que aquel que alcanza estatus y poder, sin trabajar sus emociones, el ego, el maltrato, la apatÃa y la falta de humanidad.
Las capacitaciones, competencias y formaciones docentes son necesarias y están contempladas en la Ley General de Educación 66-97, porque nos fortalecen como profesionales, sin embargo, el perfil docente y técnico docente deberÃa ser reforzado con otros criterios, valores morales y humanÃsticos que deben primar en una persona que enarbola la bandera de la educación.
La articulista es periodista y educadora.
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